La brecha digital de género sigue siendo un desafío limitante para el acceso de las mujeres a la tecnología y, con ello, a oportunidades educativas, laborales y de participación ciudadana relacionadas con la ciencia, la innovación y la digitalización. En este contexto, el tercer sector, juega un papel crucial en la reducción de esta desigualdad que complica el desarrollo personal y laboral de muchas mujeres.
La brecha digital de género se puede ver reflejada en distintos niveles: desde el acceso desigual a dispositivos y conectividad, la falta de habilidades digitales, hasta la escasa representación femenina en carreras y profesiones TIC. Según diversos estudios, las mujeres tienen menos probabilidades de acceder a internet y a formación en competencias digitales, lo que perpetúa desigualdades económicas y sociales.
Las entidades sociales han desarrollado iniciativas clave para ir disminuyendo esta brecha en la medida de lo posible. Algunas de las estrategias que se han llevado a cabo y que resultan efectivas conllevan:
La actividad de las entidades del tercer sector puede fomentar el desarrollo digital a través de acciones como:
Por otro lado, el acceso a la tecnología también impulsa el desarrollo personal, permitiendo a las mujeres fortalecer sus habilidades, mejorar su autoestima y acceder a nuevas oportunidades profesionales.
Existen numerosos ejemplos de organizaciones del tercer sector que han logrado avances significativos. Programas como Mujeres Digitales o #ChicasInTech han facilitado la formación y empleabilidad de miles de mujeres en el ámbito digital. Sin embargo, persisten desafíos como la sostenibilidad de estas iniciativas, la necesidad de mayor financiación y la colaboración con el sector público y privado.