Los recursos de las entidades sociales suelen ser limitados por defecto y sus necesidades crecen a ritmo acelerado. Por ello, las ONG se enfrentan en su día a día a un reto cada vez más estratégico: demostrar el valor real de su intervención social, de su misión. No basta con establecer proyectos e implantar acciones. Hoy es necesario observar con propósito para saber qué funciona, qué no, y cómo evolucionar de manera sostenible.
Aquí es donde entra en juego una herramienta clave, pero muchas veces poco utilizada o infravalorada, nos referimos a la medición de impacto social.
La medición de impacto no es solo un ejercicio de rendición de cuentas para financiadores o instituciones públicas. Es, ante todo, una brújula estratégica. Medir bien, con propósito y enfoque, nos permite entender cómo lo estamos haciendo, dónde están nuestras fortalezas, y qué debemos ajustar para multiplicar el valor social que generamos.
En el ámbito de la transformación digital en el Tercer Sector, contar con datos relevantes y analizarlos inteligentemente nos permite tomar decisiones informadas, planificar con visión de futuro y comunicar nuestro impacto de forma más efectiva.
Observar no es solo mirar. Es mirar con una intención clara. En este caso lo que se quiere es mejorar, evolucionar y generar mayor impacto. Esto implica trabajar para diseñar procesos de medición que no solo recojan datos, sino que los transformen en insights accionables.
Como ejemplo, algunas preguntas que se tienen en cuenta para dar resultados medibles son:
Este tipo de cuestiones solo pueden responderse desde una cultura de análisis y mejora continua, basada en datos relevantes.
Una de las palancas más poderosas para avanzar en este camino es la transformación digital. Herramientas como CRMs sociales, paneles de control (dashboards), plataformas de evaluación participativa o soluciones de analítica de datos permiten a las organizaciones sociales realizar acciones de apoyo para su estrategia tales como:
Además, estas herramientas habilitan una mayor transparencia, lo que fortalece la relación con donantes, financiadores y ciudadanía.
Otro gran valor de observar con propósito es que la medición de impacto fortalece el relato de la organización. Nos da argumentos concretos para visibilizar el valor de nuestro trabajo en campañas de captación de fondos, informes de actividad o alianzas estratégicas.
En un mundo cada vez más saturado de información, poder decir “esto es lo que hacemos, así lo medimos y este es el cambio que generamos” es un diferencial competitivo.
Y no se trata solo de números, sino de historias respaldadas por datos, que emocionan y convencen.
Muchas entidades sociales temen que medir impacto sea costoso, complejo o incluso que "deshumanice" la intervención. Sin embargo, al adoptar una visión progresiva y adaptada al tamaño y madurez de la organización, es posible comenzar con pasos sencillos:
La clave es no esperar a tener “todo perfecto” para comenzar a medir, sino adoptar una actitud experimental y de mejora constante.