Según la Organización Mundial de la Salud, en 2030 los problemas de salud mental serán la primera causa de discapacidad en el mundo. Entre el 35% y 50% de las personas con problemas de salud mental a nivel mundial, no reciben ningún tratamiento o el tipo de tratamiento no es del todo adecuado. Llegados a este punto, es importante reafirmar que no existe salud sin salud mental.
En los últimos años, y teniendo en cuenta la problemática de la pandemia mundial originada por el Covid-19, se ha visto un aumento de hasta el 47% en los trastornos mentales en los menores, y desde 2019 los casos de ansiedad, depresión y TDHA se han multiplicado por tres o incluso por cuatro, y los comportamientos relacionados con el suicidio han aumentado hasta un 59%.
Observar y entender nuestras emociones
Una inteligencia emocional individual desarrollada está directamente relacionada con un mayor bienestar emocional, y por lo tanto, con una buena salud mental a nivel individual. La acción de trabajar y fomentar una buena inteligencia emocional, puede dar como resultado un buen escudo ante posibles trastornos mentales que suelen desembocar en enfermedades de carácter patológico.
Hoy en día se puede afirmar que la inteligencia emocional promueve un bienestar mental general, que ayuda a las personas a desempeñarse y desarrollarse tanto a nivel personal, como en el ámbito laboral.
Aunque no lo creas, es fundamental otorgarle importancia a las emociones de las personas, pues son las que ayudan a que se desarrollen de manera sana en su vida cotidiana, primero como personas y luego como personas trabajadoras.
El estado mental y físico de las personas que trabajan en un equipo es un indicador del estado de la convivencia y de la forma de trabajo en un entorno laboral.
Ofrecer a los empleados herramientas, recursos y conocimientos que les faciliten la manera de llevar a cabo las tareas y la organización dentro de la organización es un avance para el bienestar emocional y un indicador de que se valora al ser humano por sí solo.
En estos casos, la digitalización como herramienta de progreso, no solamente beneficia y renueva la forma en la que se llevan a cabo las tareas en una entidad, proporcionando un impacto directo a la entidad, si no que ayuda a que se lleven vías de trabajo y de comunicación colaborativas, ágiles y eficaces.
¿En qué áreas podríamos decir que la digitalización es un buen aliado para conseguir una buena salud mental?
Hacer un seguimiento de nuestro estado de ánimo en el día a día es ya de por si una terapia. Comenzando por estas prácticas se puede ayudar a prevenir síntomas de trastornos de salud mental, tales como el estrés, la depresión, los ataques de pánico, la ansiedad social en el entorno laboral, el Síndrome de burnout (o trabajador quemado), etc.
Realizar y ofrecer acciones de reconocimiento y valoración a las personas que forman parte de tu equipo les puede hacer sentir escuchados y valorados. Además, es una vía para poder identificar cuáles podrían ser las actividades o dinámicas que están afectando de manera positiva y/o negativa a su estado de ánimo.
Hoy en día, la digitalización ofrece muchas facilidades para la contratación de plataformas que puedan realizar seguimientos y modelos de evaluación individualizados, en los que evaluar de manera periódica la salud mental y emocional de cada una de las personas de tu ONG. Se pueden realizar estas intervenciones de manera online y sin que coincidan en los días de presencialidad laboral. De esta forma se aprovecha la tecnología para priorizar la privacidad y confidencialidad de los datos de cada persona.
Llevar a cabo actividades y mecánicas que fomenten el bienestar físico, bienestar emocional, bienestar en el entorno de trabajo y bienestar social es una muestra de querer cuidar a las piezas que son fundamentales para el desarrollo y desempeño de la actividad en las organizaciones sin ánimo de lucro; estas son: las personas.